Ni luz en las
ventanas, ni niños jugando,
ni muerte en las
aceras, ni vida en los viales,
ni llantos en las
torres, ni disparos en los campos.
Sólo:
sonido de ramas
que se buscan.
Sólo:
el color de
farolas despierta.
Solo dos sombras
noctámbulas de calle
y un gemido
incesante de vida.
La madrugada se
tiñe de espera
mientras pasan sus
sonidos como horas:
Lírico tiempo que
a compás de ideas
vuela como un
adagio compuesto con sangre.
Es el insomnio
vampírico
que seduce con
carne de búsqueda
el soplido de tu
nombre,
de tu aroma,
tus caricias,
mí -siempre estaré
'esente'-
tú -ya nos veremos
mañana-.