Otro fugaz sujeto: yo

Mi foto
Este sujeto al que ahora observo y reconozco en mi mismo, nació en 1978, en una ciudad de provincias de nombre Puertollano, al sur de Ciudad Real, España. Nació a los siete meses de gestación, algo precipitado, como otro espécimen humano más de entre los cuatro mil y cinco mil millones que en ese instante ya existían en la tierra. Inmediatamente después de su nacimiento, miles de seres como él hicieron lo mismo y otros tantos, dejaron de ser hijos de Eros para estrechar la mano de Tánatos. El nombre que decidieron para él fue David, nombre común de la tradición judío-cristiana cuyo significado es 'amado', como la mayoría de los productos del instinto de supervivencia de su especie. Necesario para la perpetuidad de ésta, como todos, se dispuso a emprender su cometido a trompicones: ir contra-natura y no dejar más rastro que el ego. De ese instante hasta el momento no hay mucho que reseñar. Lo que trascienda puede que se lea, o no, en esta página. Lo que no, marchará de esta tierra y ser nada acompañada de gusanos.

sábado, 22 de enero de 2022

Brexit y el trilema de Rodrik


A colación del tsunami sufrido semanas por el Brexit, intentando analizar las causas del mismo, me vino a la cabeza una explicación a las tensiones existentes entre política nacional y global que podría, en cierta medida, servir también para analizar las tensiones entre instituciones supranacionales como es la Unión Europea y sus Estados miembros y que a finalizado en el Brexit. Dicha explicación se encuentra en libro de Dani Rodrik 'La Paradoja de la Globalización' (2011). En uno de los capítulos finales plantea que existe un 'trilema' en la relación entre la democracia, el estatus y soberanía de los Estados-nación y los mercados globales. Este se basa en la tensión entre 'hiperglobalización', el 'Estado-nación' y 'política democrática'.

          Por 'hiperglobalización' podemos entender a grandes rasgos
, como el máximo nivel de integración e interacción de los países en la dinámica global, fundamentalmente económica
. En términos económicos el globo se ha quedado prácticamente sin fronteras. 
El papel del Estado-Nación es paulatinamente relegado. El aumento de flujos comerciales y las finanzas siguen una tendencia regional, internacional y transnacional al alza que modifica la estructura de los propios Estados aunque con efectos y resultados diferentes. Por un lado, la globalización de la economía provoca la debilitación (que no ha de entenderse de forma amplia como su desaparición) del concepto clásico de Estado. Los Estados se tienen que adaptar política, económica y socialmente a las exigencias de los mercados globales. La consecuencia inevitable es que la economía global no está tan condicionada por las políticas nacionales en detrimento de la pujante importancia de las regiones económicas y globales. Por otro, este hecho propicia que las políticas nacionales se adapten y  transformen en redes transnacionales como es la Unión Europea para tener más fuerza.  

Al referirme al Estado-nación y su papel, el quid pro quo respecto a la dinámica global se hace relevante en referencia a la  soberanía de los Estados-nación y su capacidad para ejercerla en el marco global, que cosa ceden y que cosa no. La soberanía del Estado se enmarca en cuatro grandes bloques: soberanía interna o sea sobre su población y territorio; soberanía externa, a saber, el control de las fronteras y el flujo de mercancías y personas; soberanía westfaliana, que hace referencia a la capacidad del Estado-nación de mantener su integridad territorial sin intromisiones extranjeras; y por último, soberanía internacional, que bascula principalmente en el reconocimiento por el resto de Estados-nación de la soberanía propia. Como gestionar cesiones al respecto, para qué y con qué objetivos resulta fundamental.

          Finalmente, la política democrática es la legitimidad social y la posibilidad de cuestionar, discutir y pactar las reglas en las que la ciudadanía de los Estado-nación, como verdaderos soberanos, son capaces de modificar su estatus respecto a los dos puntos anteriores.


   Según Rodrik, no se pueden conjugar los tres factores a la vez y como mucho, se pueden elegir dos de los tres: 'si queremos hiperglobalización y democracia, tenemos que renunciar al nación Estado. Si hemos de mantener la nación Estado y también queremos hiperglobalización, tendremos que olvidarnos de la democracia. Y si queremos combinar democracia con nación Estado, adiós a una globalización profunda' (Rodrik 2011: 210).





Fuente: Rodrik (2011:210).

El primer supuesto, al sacrificar la nación Estado en pos de la hiperglobalización y la democracia se optaría por la opción de la 'gobernanaza global' mediante unas instituciones globales fuertes con poder para regular y generar estándares a nivel mundial. Éstas no harían desaparecer los gobiernos nacionales por completo, pero su poder legislativo sería mínimo ya que la capacidad democrática residiría en los organismos globales. Este modelo implica un tipo de 'federalismo global', pero como comenta el propio Rodrik, poniendo a la UE como ejemplo, al menos a nivel regional, si las dificultades de integración son hoy por hoy abrumadoras en la UE 'el federalismo real a escala global está por lo menos a un siglo de distancia' (Rodrik: 2011: 211). Además, según Rodrik, la gobernanza global daría un régimen débil a causa de la diversidad del mundo y la dificultad de imponer unas reglas comunes.
En el segundo caso, priorizar nación-Estado e hiperglobalización, como el propio Rodrik indica, sería el escenario construido por el neoliberalismo a través de la idealización armónica de la competencia global. Las políticas nacionales se ven así superpuestas por los estándares internacionales y las harían innecesarias, el Estado-nación se mantiene, pero 'los únicos servicios facilitados por los gobiernos nacionales serían aquellos que reforzaran el buen funcionamiento de los mercados internacionales' (Rodrik 2011: 210). Los gobiernos al perseguir las políticas con las que atraer las inversiones, ganarse la confianza del mercado y fomentar el comercio se ven embridados. Reforzar la confianza de los mercados implica restringir la oferta monetaria, profundizar en el -Estado mínimo-, impuestos bajos, desrregulación, mercados laborales flexibles, privatización y apertura de los mercados. Estas características, centrales en el discurso neoliberal implican atar de manos la capacidad democrática de los Estados condicionados por la hiperglobalización. Están sujetos, tal como acuñó el propio Friedman a una 'camisa de fuerza dorada' en la que si bien el Estado persiste, está sujeto a la dinámica de la integración profunda en la economía global: 'puedes tener al mismo tiempo tu globalización y tu nación Estado, siempre y cuando mantengas la democracia a raya' (Rodrik 2011: 210).
El tercer supuesto desecha la globalización profunda a favor de la democracia y la nación-Estado. Esto no implica la negación de la globalización, más bien vuelta al escenario de globalización restringida como la surgida tras el Régimen de Bretton Woods que permitía 'bailar a los países su propia música siempre que suprimieran una serie de restricciones fronterizas sobre el comercio exterior y, en general, trataran a todos sus socios comerciales del mismo modo' (Rodrik 2011:212). Esta sería la única de las tres vía posibles que permitiría a los países crear sus propias estrategias y se mantendría la democracia. De esta forma, las condiciones del mercado global y su implantación se verían condicionadas a las características propias de los Estados y no al revés, además de salvaguardar la igualdad de competencia entre los Estados dentro de sus posibilidades. Volver a estos parámetros, a saber, superar las propias contradicciones del neoliberalismo y los desajustes provocados por la financiarización de la economía a través de una 'globalización moderada mientras se reconoce explícitamente las virtudes de la diversidad nacional y la centralidad e la gobernanza nacional (…) una actualización del compromiso de Bretton Woods para el siglo XXI'. (Rodrik 2011: 246).

             A partir de aquí, tomen sus consideraciones al respecto. Intenten analizar cual de estas ha sido la elección británica. No obstante no lo veo tan sencillo. Otros factores, como los miedos que ya se dieron en el pasado y más cercanos al nacionalismo están presentes y no dependen de variables únicamente económicas. Si bien pueda parecer que los británicos han optado por la tercera vía propuesta por Rodrik, todo parece indicar que es en parte causa de la segunda vía elegida por la UE y por esos miedos, pero como he dicho, no es tan sencillo y aquí, las causas, aunque en el fondo los británicos deseen las consecuencias de esa tercera vía, ensombrecen el Brexit. Luces y sombras sobre la 'nueva gobernanza global'.




  • Rodrik D., (2011) 'La Paradoja de la Globalización', Antoni Bosch editor, Barcelona.

domingo, 29 de enero de 2017

El Alba (mi primer poema)



El alba, augurio de nuevas promesas.
El alba, nubes en el horizonte.
El alba, martirio de pecadores.
El alba, es tan sol eso, el alba.

He despertado con al mirada nublada
y un rayo de luz me despeja,
por fin.

Sensaciones omnipotentes y miras confundidas
se mezclan en el frio camino hacia el diario devenir.
Púrpuras y rosados se unen en el horizonte
mientras mis pies tiemblan para no quedar rezagado,
pues he perdido muchas carreras
y en esta, quiero empatar.

He visto miles de estorninos
apoyarse en una sola rama,
y ahora veo como mi árbol
se rompe por mi pesado divagar.

Cinco minutos me separan del adiós
para seguir así cada uno su camino
y el horizonte sigue plateado
mientras se oscurece mi mirada.

El alba ya ha pasado
y con ella mi vida entera,
ahora, ha de llegar la tarde
con el balbuceo de mi propia mentira
y la lluvia que brota de mi alma.
¡ojalá crezcan flores con este, mi rocío,
y sus colores sean purpuras y rosados
como el horizonte de cada amanecer!

El albas, grito de esperanza.
El alba, y se huele el rocío.
El alba, larga ha sido la noche
mientras soñaba que volvería a ver
la luz de tus ojos y los colores del horizonte.

domingo, 5 de abril de 2015

Desclasados




 Hace unos días leía un excelente artículo de Joaquín Estefanía titulado “Guerra en la clase media”. En él, hacía alusión a que la lucha de clases se ha convertido en la envidia dentro de la clase. En una sociedad precarizada y dual cualquier trabajador fijo, funcionario o con contrato indefinido ha pasado a ser perversamente catalogado como “privilegiado”. Tal desenfoque para identificar los verdaderos responsables de la crisis económica viene de la mano de toda una artillería ideológica neoliberal que nos envuelve como un mantra. La primera trampa es creer en la imposibilidad de reducir la desigualdad a nivel global, por lo que las reformas estructurales se deben hacer vía devaluación salarial y reducción del gasto social. La segunda trampa es que la única redistribución posible es la interna, sólo en el interior del mundo del trabajo y en el seno de las clases medias, nada de poder trasferir del capital al trabajo o de los ricos a los pobres. La tercera trampa ideológica implica la eliminación de parte de derechos de los trabajadores establecidos prometiendo trabajo a quien no lo tiene y mejoras a quien lo tiene precario.

El desclasamiento de los trabajadores, políticos y sociólogos ha ido aparejada a la lucidez de clase grandes inversores, especuladores y corporaciones financieras respecto a su posición dominante. Tanto es así, que el dueño de la tercer fortuna del mundo, Warren Buffet llegara a afirmar sin ruborizarse: “hay una guerra de clases, pero es mi clase, la de los ricos, la que está haciendo la guerra y la estamos ganando”.

El teórico social David Harvey ha analizado la actual crisis económica y las correspondientes terapias de shock económicas y social como estrategias por parte de las élites dominantes para restaurar, reafianzar o construir un contundente poder de clase. Tal autor analiza las causas de la desigualdad exponiendo que el neoliberalismo, más que generar riqueza y renta, la redistribuye de abajo-arriba a través de mecanismos de “acumulación por desposesión”, un proceso de acumulación de las élites que abarcan desde la mercantilización y privatizaciones de tierras -que generan desplazamientos masivos de campesinos- la transformación en derechos de propiedad en propiedad privada, la eliminación de modos de producción autóctonos, a través de la deuda de los países o del uso del sistema de crédito como medio drástico de acumulación por desposesión. Actualmente se le
añaden las reducciones o eliminaciones de conquistas sociales.

La acumulación por desposesión tiene cuatro aspectos principales: la privatización y mercantilización; la financiarización, que después de los ochenta se vuelve enormemente especulativa; la gestión y manipulación de la crisis -siendo el factor de la deuda el principal instrumento de desposesión- que ha evolucionado hacia el “fino arte” de la transferencia de dinero de los países pobres a los ricos, sea a nivel mundial o europeo; y las redistribuciones estatales que están invirtiendo las dinámicas de años atrás que con el liberalismo embridado se habían conseguido y que implicaban una redistribución equitativa de la riqueza. Tales redistribuciones se producen a través de las privatizaciones, disparando la especulación y gentrificación y grandes desplazamientos hacia la periferia, pero también a través e la política tributaria, deducciones fiscales, amnistías fiscales a las rentas más altas, etc.

La Escuela de Chicago con Milton Friedman a la cabeza vio en las catástrofes y crisis económicas “grandes oportunidades” para conseguir estados sin restricciones al capitalismo y privatizaciones. El resultado de treinta años de proceso neoliberalizador es que el 1% de la población mundial acumula más riqueza que el otro 99%. El 1% más rico tendrá en 2016 más del 50% de toda la riqueza del planeta. España es el segundo país más desigual de Europa, tan solo por detrás de Letonia. El 1% de la población española concentra más riqueza que el 70% más pobre.

Con este panorama de desigualdad creciente la propuesta de Pedro Sánchez de una reforma fiscal de izquierdas donde no se suba un céntimo a las clases medias y populares y sí suba impuestos a quienes no pagan actualmente, es urgente. Tal reforma nos permitiría recaudar 6.000 millones más que se destinarían a políticas sociales. La idea es integrar el impuesto de patrimonio dentro del IRPF para gravar todas las rentas del contribuyente, toda su riqueza. Se reformará el impuesto de sucesiones y donaciones, con un mínimo común para todas las autonomías, evitando así una carrera fiscal a la baja, se establecerá algún tipo de renta imputada en los fondos de inversión y en las sicav, que en algunos casos nunca pagan nada. Para evitar tributaciones tan bajas, habrá un sueldo mínimo del 15% del resultado contable en Sociedades, para ingresar 2.500 millones más. A su vez, propone bajar el IVA cultural del 21% al 5% y al 4% algunos productos de primera necesidad. Y se recortarán drásticamente las desgravaciones de los planes de pensiones, que ahora van a los más ricos.

Hacer frente a la desigualdad es uno de los mayores retos políticos que tenemos por delante como sociedad. Repartir con equidad entre las distintas clases sociales evitando las disfunciones que a día de hoy se producen. Según la OCDE en España el 20% de la población con renta más baja recibe apenas un 10% del total del gasto público social, mientras el 20% de la más rica recibe algo más del 25%. Focalizar bien las políticas re-distributivas tocando a los ricos y su riqueza y no plantear políticas que miren de reojo los derechos de las clases medias y populares es imprescindible para mantener la equidad y la solidaridad, tan erosionada por las recetas de la derecha.

domingo, 21 de diciembre de 2014

Potser avui les estrelles tinguin un cant fosc i sorollós.




Potser
avui les estrelles

tinguin un cant fosc i sorollós

que il·lumini com el fòsfor

després de l'impacte d'una bomba prohibida per l'OTAN

i així luminiscent tornis sa,

afligit després dels passos del maligne

cap a aquest dumpet que és ara on vius.

 

Però recorda, el temps passa,

transmuta la seva essència en les teves arrugues i envelleixes,

mors exhaust després de la vida que buides,

després del vidre.



Així i tot, el testicle i l'ovari enfurismats

anhelen l'eternitat de l'instant en la progènie,

carnal miratge de l'etern,

com saber-nos avui tot

i demà ser anhel.



Només queda ballar fins a la nit,

quan l'ombra del penjat il·lumina el camí

  i ser així la fúria, i així ser foc.

domingo, 30 de junio de 2013

El Tiempo del Fin


A Rafa y Moira



Quién no sabe que de todo principio nace el tiempo,
tras un impasse imperceptible que muriendo
desata el ahora,
                                   -ya!-
cuando todo empieza,
como nuestro universo,
eones atrás,
tras la defenestración cósmica
de la explosión originaria.

Empezar es crear desde la nada el porvenir,
hacer de ese tiempo un lapso
tejido de presente cotidiano y miradas conocidas,
voces unísonas marcadas de costumbre
                                                            y de repente,
al mirar en torno al tiempo, ese tiempo
que parece que se escapa,
giras la mirada hacia el pasado
y levantas los dedos
para escudriñar el futuro,
y lo entiendes....

somos los creadores del tejido de nuestra existencia
obligados a ser libres en la elección del tiempo
el nuestro, de nadie más, aunque...
a veces, tan extraño como el choque de cuásares  en Andrómeda
se encuentra a alguien con el que empezar un tiempo,
y llegar de la mano así,
 hasta el tiempo del fin.

domingo, 23 de junio de 2013

Mireu el meu cos




Mireu el meu cos,
és el cos que us espera,
no penseu sempre en turgència a
l'erecció desenfrenada que desperta
després de la nit al matí
                                                                              famolenca
d'estímuls solars i uterins com un xacra.

Mireu la xacra,
meves les arrugues:
saber que escric això per enveja,
no penseu que és noble causa
no ensenyar
no fer càtedra
vull ser jo mateix la vostra infància
i que el meu emmalaltir es torni
                                                                             adolescència
no un patir cap al no res
i estimar-me,
jo, jo, jo, jo jo sempre
ser sempre aquest pronom,
més ser sempre -ara- que home inconsistent.

jueves, 6 de junio de 2013

Agafa el braç amb més força






Agafa el braç amb
més força,
que la sang no escapi d'aquest final que pretens,
morir de cel en tempestes
i així
ser un àngel superflu en un vendaval de segons
que esclavitza el teu espectre.

Martelleja,
ets un déu colèric contra l'artèria que reté
un sentiment de pertinença a aquesta espècie
que s'esvaeix mentre zas!
  pressiones
sense cap ànim,

el dit cap al teu braç
que talla la felicitat que pretens
amb el curt el testimoni de la seva presència
i el record experimentat del dolor i el seu plaer
intermitent.

viernes, 31 de mayo de 2013

Tres teorías sobre el cambio interno en instituciones, organizaciones y partidos.





      Las instituciones y organizaciones como son los partidos políticos pueden cambiar de forma repentina o de manera gradual en el tiempo. Los resultados del cambio gradual pueden ser fruto tanto de la conducta humana como por patrones y cuestiones contextuales. Estos cambios los podemos clasificar como internos o externos. Los que se producen dentro de las instituciones suelen causarse en épocas de relativa estabilidad aunque también pueden darse tras sucesos traumáticos. Los partidos políticos, consecuentemente, no sólo surgen y desaparecen, sino que también evolucionan y cambian.


     Las corrientes de pensamiento politológico más relevantes que afrontan el cambio interno de las organizaciones (como los partidos) e instituciones son las siguientes:



Institucionalismo sociológico: considera una amplia gama de instituciones, centrando la atención en los convenios colectivos y acuerdos o pautas informales que regulan la conducta humana. Los institucionalistas sociológicos sostienen que los individuos que forman parte de los partidos, organizaciones o instituciones tienden a reproducir la misma lógica interna preexistente. Cuando surgen nuevas formas de organización, estas suelen ser "isomórficas" (es decir, similares o compatibles) con las organizaciones ya existentes. Este enfoque es una poderosa herramienta para explicar la continuidad, los mecanismos de perpetuación de las organizaciones e instituciones. No obstante, en el institucionalismo sociológico se ofrecen pocas pistas sobre las posibles fuentes de cambio. Según éste, Cambio = nuevos actores que son los que se las arreglan para inquietar a las prácticas dominantes.

     Institucionalismo de la Elección Racional: Los racionalistas han reconocido la importancia de la comprensión del cambio en los partidos políticos a través de la búsqueda de equilibrio. Segun este enfoque, un partido político promueve el auto-cumplimiento de las normas y espera que el comportamiento de cada jugador, de los actores que intervienen, tengan una mejor respuesta respecto a las expectativas de la institución u organización. La conclusión ineludible es que los cambios deben tener un origen externo, a causa de algún "trauma" ya que en tiempos de "bonanza" se busca el equilibrio que genera una tendencia al statu quo por parte de los miembros del partido para asegurar su propia posición.  Es tras el "trauma" externo cuando algunos de ellos se apartan de la linea oficial buscando una mejora de su posición en la arquitectura de la organización o partido. Por lo tanto es difícil de conceptualizar y teorizar los procesos graduales de cambio puramente interno. El análisis destaca que ofrecen efectos indirectos de retroalimentación que amplían o reducen el conjunto de situaciones en las que una entidad exige auto-cumplimiento de sus normas o surgimiento de "insurgentes".

     Los Institucionalistas Históricos: se centran en la -dependencia de la trayectoria-( Path Dependence), por ejemplo, en torno a explicar la persistencia de determinados patrones institucionales o resultados a lo largo del tiempo. Este enfoque ve las instituciones y organizaciones partidistas, ante todo, como legados políticos de  luchas históricas concretas y argumentan que las coyunturas críticas abren oportunidades para alterar la trayectoria del desarrollo del partido.

     Analizando dichas perspectivas podemos llegar a varias conclusiones. Las cadenas causales de cambios internos son una forma de explicar el cambio en los partidos políticos unido a factores y -agentes de cambio- (cuando hablo de agentes de cambio suelo referirme a individuos que buscan el cambio en los partidos) que participan de él. La trayectoria de las organizaciones así como el grado de cumplimiento de sus patrones, suelen ser los aspectos que explican la estabilidad de las instituciones, siendo los cambios externos o ambientales los tradicionales para describir el cambio. No obstante, la estabilidad puede ser un factor de cambio en cuanto que dicha estabilidad se fundamenta en compromisos y pactos entre los  actores y miembros una organización que pueden modificar su geometría y con ello imprimir dinamismo al partido político. Desde dicha perspectiva, cambio y estabilidad serían elementos que se darían a la par y que explicarían las variaciones internas paulatinas. La estabilidad en el seno de los partidos y a la vez, el cambio de éstos son fruto de la disputa por la distribución de recursos y el poder en las organizaciones. La aplicación y cumplimiento de las normas institucionales están entrelazadas con los intereses divergentes que disputarán sobre cuestiones de interpretación, aplicación de las normas y la ambigüedad que pueda haber en ellas y que pueden tener profundas consecuencias para la asignación de recursos y oportunidades tanto para quienes ostentan el poder como para quienes lo pretenden.

     En el artículo Mahoney y Thelen que cito al final de esta entrada se articula el proceso de cambio de una institución como puede ser un partido político, con una serie de patrones que explican el cambio institucional tanto abrupto como gradual: Desplazamiento, Estratificación, Deriva y Conversión. Aquí dejo una interpretación practicamente literal de lo que se menciona en dicho artículo.

Los patrones que explican el cambio institucional (Modos de cambio institucional):

Desplazamiento: está presente cuando las reglas existentes se sustituyen por otras totalmente nuevas. Este tipo de cambio puede ser abrupto. La descomposición rápida y repentina de los partidos políticos y su sustitución por otros nuevos suele ir acompañado de revoluciones o hechos traumáticos como crisis económicas o corrupción entre otras. No obstante, también puede ser lento si los nuevos partidos desplazan gradualmente a los ya existentes.


Estratificación: se produce cuando la nueva normativa de una institución u organización se une, solapa y sustituye a la ya existente, cambiando así la forma,  el comportamiento y las reglas originales de la estructura del partido o institución. Los procesos de estratificación suelen tener lugar cuando los "retadores" que pretender sustituir la dirección de las organizaciones carecen de la capacidad para cambiar realmente las reglas originales (como en el desplazamiento, en el que éstos derivan a la creación de una institución o partido como alternativa explícita). En su lugar, en la estratificación, los insurgentes trabajan dentro del sistema existente mediante la adición de nuevas reglas y normativas.


Deriva: se produce cuando las reglas siguen siendo formalmente las mismas, pero se cambia su  impacto como resultado de cambios en las condiciones externas. Un ejemplo: Cambios en los distritos electorales establecidos en muchas democracias pueden conducir a problemas de mala distribución, los resultados de las elecciones distorsionan así el aumento de la representación de algunos grupos sobre otros. Por lo tanto, la norma o regla es la misma pero su aplicación y resultados han variado.


Conversión: se produce cuando las reglas siguen siendo formalmente las mismas, pero se interpretan y se promulgan en nuevas formas. Los actores miembros de la organización son capaces de explotar las ambigüedades normativas inherentes en formas que les permiten redirigir hacia funciones más favorables para sus objetivos: controlar los recursos y desplazar a los dirigentes para alcanzar el poder en la organización.


Estas formas de cambio se corresponderían con la visión del -Institucionalismo Histórico- y escenifican una situación de bagaje temporal en los que una institución cambia a lo largo de periodos más o menos largos. No obstante, el enfoque de la -Elección Racional- está también presente en este artículo ya que los autores pretenden explicar el cambio a través del papel de los actores intervinientes, los miembros de las organizaciones que buscan la sustitución o cambio de la dirección de las organizaciones que Mahoney y Thelen definen en sus diferentes formas de la siguiente manera: 


Insurrectos, Simbiontes (Parásitos o Mutualistas), Subversivos u Oportunistas.





     Insurrectos buscan conscientemente eliminar las instituciones o partidos existentes o sus reglas, y lo hacen de forma activa y visible mediante la movilización en contra de ellos.

     Simbiontes:
Tienen dos variedades, parásitos y mutualistas- y en ambos casos se centran en prosperar en los partidos ya existentes aprovechando su estructura. En la variedad de parásitos, estos individuos explotan una institución para el beneficio privado, incluso a medida que dependen de la existencia y la eficacia general del partido político o institución para lograr beneficios. Por lo tanto, se basan en la preservación de la institución o partido y sus normas. Los parásitos llevan a cabo acciones que contradicen el "espíritu" o el propósito de la institución, por lo tanto, la socavan a largo plazo. Los parásitos pueden prosperar en entornos donde las expectativas de conformismo institucional son altas, pero la capacidad real para hacer cumplir esas expectativas es limitada. De hecho, los parásitos no persistirán  si las instituciones en las que medran son capaces de mantener y reforzar su normativa para hacer frente a deficiencias en el cumplimiento formal de sus normas internas. Como resultado, los parásitos se asocian especialmente al cambio institucional de tipo deriva. Por el contrario, los mutualistas paradógicamente  violan las  normas establecidas para apoyarlas y sostenerlas respecto a aquellos que pretenden cambiarlas, en contraste con los parásitos, que se aprovechan de las  normas para garantizar su posición. Los mutualistas no están asociados con el cambio institucional, de hecho, normalmente contribuyen al statu quo de los  partidos.

    Subversivos:
Trabajan dentro del partido o institución para desplazar y cambiar gradualmente las normas que ayudarán a cambiar la geometria de poder y el reparto de recursos. No tratan de desplazar la institución, sino que la consecución de su objetivo, acceder a los recursos, sin romper las reglas de la institución, ocultan el alcance de sus objetivos al intentar cambiar la normativa siguiendo las expectativas y trabajando dentro del sistema contra el sistema.

      Oportunistas
: son actores que tienen preferencias ambiguas acerca de la continuidad y el statu quo de los partidos, instituciones y sus normas. Ellos no trabajan activamente para preservar las instituciones. Debido a que oponerse al statu quo institucional es costoso, no tratan de cambiar las reglas.


     Si analizamos otro de los artículos reseñados al final de esta entrada, el de Avner y Laitin, también se centran en los cambios endógenos y graduales como forma de estudiar el cambio institucional y de las organizaciones como los partidos políticos desde un nuevo enfoque que vaya más allá del tradicional cambio abrupto y convulso y para ello, el contexto histórico y el bagaje institucional son importantes despliegan una explicación focalizada en la -Teoría de Juegos- y como los actores interactúan bien para preservar la estabilidad de las instituciones y sus normas, bien para fomentar cambios que les sean favorables en la administración-distribución de los recursos y los equilibrios de poder

       
     Estas formas de actuar se dan en unos contextos en los que los actores aplican su conocimiento o desconocimiento de las normas en las dinámicas de juego mediante parámetros sociales. Este enfoque del cambio de las normas de los partidos o instituciones implica un perfeccionamiento institucional en el que  la introducción o la manipulación de los elementos y normas institucionales  varía la conducta en respuesta a los posibles fracasos en los que entrarían en juego las posiciones de los actores vencedores y perdedores en la disputa por la distribución de los recursos.

         
     El cumplimiento de las reglas de la institución es lo asegura su estabilidad y su equilibrio. Cuando el cambio se da en momentos estables suele ser por  cuestiones internas y variaciones paulatinas, sostenidas en el tiempo, que afectan a las creencias de los actores y modifican evolutivamente la institución-organización. El tercer artículo que analizo, de Olsen, desde la perspectiva del -Nuevo Institucionalismo Sociológico-, explica como en el contexto de reproducción de los roles institucionales en un marco social determinado puede producirse el cambio institucional.  Para Olsen, la dinámica de cambio gradual institucional se formula en términos de orden y cambio mediante un equilibrio entre ambos. Olsen, no focaliza tanto su atención en el papel de los actores del cambio como en los dos artículos anteriores.  Para Olsen, las instituciones tienen vida propia que incluso las hace independientes de los acontecimientos exógenos. Para Olsen el cambio es algo normal en las instituciones que responden a los problemas mediante aprendizaje y adaptación. Se supone que las instituciones son elementos de orden que dan pautas previsibles a la vida política,  y a causa de esto, muchas veces los cambios externos son superiores a los internos, por lo tanto, explicar el cambio exclusivamente en parámetros históricos es ineficiente. 


         Olsen ve a las instituciones o partidos como organismos sociales que evolucionan con el tiempo. Aunque esta perspectiva es compartida parcialmente por los artículos anteriormente analizados, Olsen se centra en cómo es dicha adaptación social más que en los actores internos al cambio.  El cambio vendría dado por una mezcla de diseño de estrategias premeditado y respuesta adaptativa al medio. A la hora de la redistribución interna de recursos, la autoridad y el poder pueden cambiar el impacto de los cambios que se dan en la institución.

 

       No obstante, la conducta se rige por códigos de comportamiento aceptados y por un sentido de las obligaciones y derechos, el rol institucional del actor, o la pertenencia a una comunidad política. Las reglas son, en cierta medida de auto-cumplimiento, porque los actores han interiorizado la creencia de que algunas acciones son apropiadas, naturales y legítimas.  Esto se daría en un proceso de estabilidad. Olsen, para explicar el cambio también habla de Desinstitucionalización y Reinstitucionalización como modos de cambio, centrándose, de nuevo, en las instituciones-organizaciones como organismo autónomo más que en las implicaciones de la acción de los actores institucionales o el cambio histórico.  Elementos ambientales como la imperfección de la democracia y sus reglas, la interpretación y búsqueda de soluciones a conflictos no resueltos, pueden reorientar la atención de las instituciones haciéndolas adaptables  y dinámicas  en, como he dicho, un equilibrio entre el orden y el cambio: Procesos rutinarios de la aplicación de la regla, la identificación, la interpretación, la atención, búsqueda, la asignación de recursos, y la resolución de conflictos se han utilizado para explorar posibles 'ineficiencias en los procesos de cambio y cómo se puede permitir y restringir la acción humana y modificar los impulsos externos.
           

Bibliografia:
Greif, A. and D.D. Laitin (2004), ‘Theories of endogenous institutional change’, American Political Science Review 98.

Olsen J. P. (2009) ‘Change and Continuity: An Institutional Approach to Institutions of Democratic Government’, European Political Science Review.

Mahoney, James/Thelen, Kathleen (2010): Introduction. In:Mahoney, James/Thelen, Kathleen (eds.): Explaining Institutional Change: Ambiguity, Agency and Power. Cambridge, Cambridge University Press.