Otro fugaz sujeto: yo

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Este sujeto al que ahora observo y reconozco en mi mismo, nació en 1978, en una ciudad de provincias de nombre Puertollano, al sur de Ciudad Real, España. Nació a los siete meses de gestación, algo precipitado, como otro espécimen humano más de entre los cuatro mil y cinco mil millones que en ese instante ya existían en la tierra. Inmediatamente después de su nacimiento, miles de seres como él hicieron lo mismo y otros tantos, dejaron de ser hijos de Eros para estrechar la mano de Tánatos. El nombre que decidieron para él fue David, nombre común de la tradición judío-cristiana cuyo significado es 'amado', como la mayoría de los productos del instinto de supervivencia de su especie. Necesario para la perpetuidad de ésta, como todos, se dispuso a emprender su cometido a trompicones: ir contra-natura y no dejar más rastro que el ego. De ese instante hasta el momento no hay mucho que reseñar. Lo que trascienda puede que se lea, o no, en esta página. Lo que no, marchará de esta tierra y ser nada acompañada de gusanos.

sábado, 1 de mayo de 2010

PARTIDOS POLÍTICOS, GRUPOS DE PRESIÓN Y MOVIMIENTOS SOCIALES EN EL NUEVO ORDEN MUNDIAL




Es interesante como los diversos grupos, coaliciones, sindicatos, asociaciones, partidos… han reformulado y reconstruido su relación respecto al estado y han aumentado la dependencia con éste, sobre todo, en lo que se refiere a su propia financiación. La cuarta forma de darse de los partidos políticos en su relación con el estado, el tipo -Cártel- como afirmaban Katz y Mair (ver bibliografía); cartel en el sentido 'Cartel de Medellín, por ejemplo; era un nuevo paradigma de organización partidista que  nos ha ilustrado y relacionado las tesis que explican el neocorpoprativismo y  como su vinculación necesaria a la concertación y por consiguiente a la financiación estatal,  guarda ciertos puntos comunes.

Además, si a ésto le añadimos las estrategias de supervivencia de los partidos que como  afirma Maravall (mirar biblografía), puede llevar a éstos a hacer más pragmático su discurso y desideologizar los estratos que se centran en la tarea del mantenimiento y supervivencia del partido, podemos observar como ambas situaciones pueden desencadenar y estar relacionadas con un nuevo modo de darse del actor político: el Político de Negocios (Della Porta: mirar Bibliografía).

De esta forma encontramos varios temas que parecen inicialmente diferentes pero que tienen un nexo común, la supervivencia de un tipo de estructura por sí y para sí. Las estrategias de supervivencia de los partidos-corporaciones-fundaciones-ONGs-empresas-sindicatos, una vez instalados o viviendo en o del poder, deberían pasar idealmente por la relación Principal-Agente. Explica MARAVALL (mirar bibliografía) que esta relación ideal se basa en la percepción de que los gobiernos son receptivos democráticamente a las opiniones de los gobernados y actuaran al respecto para mantenerse en el poder. Eso no es siempre así y esta regla suele verse vulnerada al salvaguardarse de sus acciones impopulares bajo subterfugios de tipo prospectivo o retrospectivo para convencer a los votantes y salvar el cuello a través de varias estrategias como son el carácter inevitable de tales políticas, la promesa de la luz al final del túnel, la oferta de compensaciones en el presente como estrategias persuasivas; y la búsqueda del recelo y la desconfianza en la oposición como estrategia ofensiva. En el corporativismo sindical y asociativo las estrategias de supervivencia han derivado en sistemas oligárquicos que buscan, a través de su relación con el estado y la competencia de cuotas de poder con otros grupos similares, dicha supervivencia, no siendo ya el objetivo final el de las mejoras sociales o el cambio social sino el de la propia posición como grupo dentro de un organigrama de lucha y posicionamiento entre grupos de presión que les empuja a vincularse a un tipo de estructura centralizada y burocratizada que sólo busca la supervivencia en sí y para sí. Es curioso que ambas posturas recuerden a aspectos de cartelización.

Está claro que no podemos hablar de que no existan fines colaterales en partidos políticos y grupos de presión que deriven de la percepción (a la vez también ideal) de partidos de masa, Catch all, o sindicalismos y asociacionismos finalistas (entiendo aquí finalista como grupo u asociación dirigidos a un objetivo final: sea la mejora social, ecológica, vital…). La ideología se ha convertido, de este modo, en un instrumento más de supervivencia del que se puede hacer uso, dependiendo del momento, de forma más o menos intensa. Estos hechos han provocado que tanto partidos políticos como asociaciones, sindicatos o grupos de presión se hayan profesionalizado y haya cambiado paulatinamente el perfil de sus dirigentes y sus estructuras. Los más validos son por consiguiente aquellos que permiten el mantenimiento de la oligarquía. Son más eficaces a la hora de mantener el poder y gestionar los recursos que de sus cuotas se derivan y permiten el fortalecimiento de la organización y la competencia con los otros grupos que desean lo mismo. Ser fieles al programa  político, ser -Patriota de Partido- en el caso de los partidos o tomar medidas o decisiones sindicales que  pueden ser incluso perjudiciales para los grupos sindicados se ha convertido en una posición que se adopta, o no, pensando en términos de conveniencia organizativa y posibilidad de crecimiento. Tal vez sea osado, pero  las estructura de lucha y competencia entre partidos y grupos de poder se asemeja en demasía a la dinámica multinacional del capitalismo avanzado.

No obstante, la poltóloga italiana Della Porta,  nos brinda algunas claves que aun pareciendo inconexas dan luz a varias cuestiones. No es mi intención centrarme en las características de partidos y  corporaciones si no explicar cómo este cambio ha posibilitado otro hecho, la socialización de la corrupción. Si algo tienen en común las políticas de supervivencia es, como he dicho antes, el cambio del perfil de los gestores y la desideologización de los actores políticos. La consecuencia necesaria es por consiguiente que las personas que se involucran en las estructuras de los partidos buscan otros fines como es el de la propia supervivencia a través de la supervivencia de la estructura, y eso hace más atractivo y menos reprobable la adopción de estrategias, llamémoslas por nostalgia, no convencionales. Lo curioso del hecho no es que se opten por tácticas corruptas que posibiliten el clientelismo y la supervivencia del grupo por el control del voto o se recaude ilegalmente para la propia supervivencia que además implica la del grupo-partido-ong-fundación-empresa-sindicato. Lo curioso es que esa práctica se generaliza, se banaliza y se socializa en el grupo. Está claro que las cloacas han de crecer si se tienen más bocas alimentadas y con necesidades propias.

Que la corrupción se enquiste, no es por consiguiente consecuencia de las malas obras de un actor individual moralmente reprobable, tiene que ver con la estructura del propio modo de darse de la política. En mi caso particular, resido en Baleares, este hecho es algo que ha abofeteado en la cara del ciudadano haciéndole despertar del limbo del progreso económico. Por ello me detengo a analizar este caso.

Ojeando la prensa local, navegando por la red, viendo los noticiarios en televisión o simplemente encendiendo la radio como acompañamiento a la lectura, un cierto compás se ha repetido en el tono de las informaciones que se refieren a la pasada legislatura en que Partido Popular y Unió Mallorquina compartían Govern y Consell. Las sensaciones fueron variando desde que empezó a conocerse la amplitud del los casos de corrupción. Se iniciaron con un cierto desconcierto cuando se empezaron a destapar los primeros. Pasaron a expectación en el nudo de la historia. Culminaron en un estruendoso ¡ya se sabía! ante la imputación del ex presidente de esta comunidad. Anestesiados por la reiteración del golpe, los ciudadanos hemos intentado comprender el cómo y el porqué. Sin entender muy bien lo que pasaba.

En el hilo de la argumentación de Della Porta la pregunta giraría en torno a qué propició tal despropósito. La respuesta no puede ser más contundente y estar relacionada con el cambio de tipo de político tradicional, a ese político de negocios, está directamente relacionado al cambio estructural de corporaciones y partidos que tratan los textos a los que hago referencia en la bibliografía de Maravall y Oliet. La respuesta a tal pregunta es por consiguiente ésta: lo que se hacía se hacía porque era lo normal. Sí, la normalidad, la cotidianidad en los actos, propicia que la conducta se asiente y se convierta en banal. La real Academia de la Lengua define ‘banal’ como: Común, trivial, insustancial. Ya tenemos tronco teórico, y es que, el político gobernante del periodo Matas que provenía de la era Canyellas, uno de los primeros escándalos de corrupción que salpicaron al PP, en demasiadas ocasiones, al igual que los –perros de Paulov- ante los estímulos, se acostumbro al hurto, el mangoneo, el ladroneo y la picaresca. Dejo de lado las enumeraciones largas y tediosas y me detengo en una curiosidad etimológica que es, a lo menos gráfica, a modo de opinión personal y salvando distancias hermenéuticas evidentes:

La palabra -Política- proviene del griego “πολιτικός” (“politikós”), que significa “de los ciudadanos” o “del Estado”. El término “πόλιτες” (“pólites”) o “ciudadanos” hacía referencia a aquellos que se preocupaban por lo público, por el bien común de la ciudad-estado que en la antigua Grecia eran lo mismo. De este modo, todos los asuntos del Estado eran asuntos de todos los ciudadanos, es decir, de los habitantes de la ciudad con poder civil y sobre los que recae, aunque la nomenclatura sea moderna, la "soberanía del estado". Así, los griegos empezaron a llamar a estos temas, los públicos, los de todas y todos, “politikoí”, asuntos
políticos. En oposición, se encuentran aquellas personas que contrariamente a los intereses públicos se dedican a los aspectos puramente personales e intereses privados, los que únicamente se dedicaban o sólo pensaban en lo “ἰδιωτικός” (“idiotikós”) o “lo privado”. Más adelante, a aquellos que lo público no les importaba y sólo pensaban en sí mismos eran llamados “ἰδιώτες” (“idiotes”), que significaba “ciudadanos privados”, o lo que es lo mismo, que solamente atendían a los asuntos propios. Derivando siglos más tarde encontramos nuestra palabra actual “idiota”.

Siguiendo este argumentario en un tono anecdótico y cuasi humorístico si no fuese por la consideración del hecho en sí y visto lo visto en múltiples diarios e informativos, se observa que en las Illes Balears hay nada más y nada menos que unos sesenta cargos públicos, electos y designados por sus partidos, que pareciendo “pólites” en su día eran más bien “idiotes” o son presuntos “idiotes”, que se dedicaban a lo privado cuando deberían servir a lo público. Últimamente en estas islas hemos visto más y más “idiotes” que en gobiernos pretéritos hacían el “idiotikós” con el dinero público o lo que es lo mismo, que utilizaban el dinero de todas y todos los ciudadanos para un uso privado e idiota. Con tanto “idiotes” suelto, uno se pregunta si en los partidos que gobernaban la pasada legislatura no se percataban de los suyos. Tal vez para ellos eso de ser “idiotes” era lo normal, y este es el hecho más característico de la socialización de la corrupción.

Y así volvemos al hilo del argumento inicial. Cuando algo se banaliza, como en este caso y se hace normal para un grupo, partido, corporación o estructura, suele extenderse conductualmente por todo el segmento poblacional que representa el estrato de características similares. En este caso, la enfermedad de la banalización del acopio del dinero público. Lo más llamativo es que los actores de esta corporación para el lucro propio, la financiación irregular del partido y el clientelismo a gran escala, cuando han sido preguntados
por tales hechos han negado que actuaran de forma incorrecta hasta llegar a afirmaciones tan llamativas y descriptivas como la de el sr. Matas diciendo que ese gasto público desmesurado generaba empleo. Pero el gasto público no sólo genera empleo: cohesiona a partidos y corporaciones. El militante y su aportación se han convertido en algo simbólico. La connivencia con el estado y la estado-dependencia los han convertido en maquinarias burocráticas dirigidas a su propia perduración y reproducción. No sé si la historia habrá
muerto tal como pronosticaba Fukuyama, pero lo que sí parece que agonizan son la ideologías.

BIBLIOGRAFÍA:
Katz, Richard y Peter Mair (1995) “Changing models of party organization and party democracy. The emergency of the cartel party”, en Party Politics 1(1
Oliet, A. (2004). Concertación social y estructuración corporativa de la representación de intereses. E A. Oliet, La concertación social en la democracia española: crónica de un difícil intercambio (pp.26-64). Valencia: Tirant lo Blanc.

Maravall, J. M. (2003). Las estrategias de supervivencia política. En J. M. Maravall, El control de los políticos (pp. 13-70). Madrid: Taurus.

Della Porta, D. (2002). Los actores de la corrupción: políticos de negocios en Italia, Gestión y análisis de Políticas Públicas, 21, 23-34 (disponible en http://www.unesco.org/issj/rics149/dellaporta149.htm)

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