A uno le da la impresión, ojeando la prensa local, navegando por la red, viendo los noticiarios en televisión o simplemente encendiendo la radio como acompañamiento a la lectura, de que un cierto compás acompaña el tono de las informaciones que se refieren a la pasada legislatura en que Populares y Uemitas compartían Govern y Consell. Las sensaciones han ido variando desde que empezó a conocerse la amplitud del pastel. Se iniciaron con un cierto desconcierto cuando se empezaron a destapar los primeros casos de corrupción. Pasaron a expectación en el nudo de la historia. Culminan en un estruendoso ¡ya se sabía! ante las últimas acometidas de la justicia en pisazos y palacetes. Anestesiados por la reiteración del golpe, los ciudadanos intentamos comprender el cómo y el porqué. Sin entender muy bien lo que pasa, aturdidos y desorientados buscamos respuestas.
Qué propició tal despropósito: la normalidad. Sí, no se sorprendan, la normalidad, la cotidianidad en los actos, propicia que la conducta se asiente y se convierta en banal. La real Academia de la Lengua define ‘banal’ como: Común, trivial, insustancial. Ya tenemos tronco teórico, y es que, el político gobernante del periodo Matas, en demasiadas ocasiones, al igual que los –perros de Paulov- ante los estímulos, se acostumbro al hurto, el mangoneo, el ladroneo y la picaresca. Si miraban a los consells insulares: Autopistas de Ibiza a la carta entre amigotes, Can Domenge, autovía… …perdón, carretera de Manacor de trazado deliberadamente inverosímil y amistosamente dibujado…. En palma: despilfarro con tarjetas públicas con putos y coca, viajes fúnebres pagaditos con el negocio de la muerte, castillos infantiles de precio borbónico, montaje-desmontaje-montaje de puentes y parques... En el ¿Govern?: Turismos Jóvenes, cola-CAOS, rasputines, fitures, palacetes, mangarrufas, trapicheos y desastres (véase el aqua-metro)… Y aunque faltan muchos, no ha de dejarse de nombrar la guinda del pastel, el PALMA-ESCOMBRO-ARENA todo un reflejo del ‘bon sens’ y el buen hacer del Partido Popular en la pasada legislatura.
Dejando de lado las enumeraciones largas y tediosas (creo que llegan a cuarenta los que se pueden sentir aludidos por este escrito) pasemos al meollo del asunto: ¿Estos políticos eran en realidad idiotas, auténticos y genuinos idiotas? Me explico:
La palabra -Política- proviene del griego “πολιτικός” (“politikós”), que significa “de los ciudadanos” o “del Estado”. El término “πόλιτες” (“pólites”) o “ciudadanos” hacía referencia a aquellos que se preocupaban por lo público, por el bien común de la ciudad-estado que en la antigua Grecia eran lo mismo. De este modo, todos los asuntos del Estado eran asuntos de todos los ciudadanos, es decir, de los habitantes de la ciudad con poder civil y sobre los que recae, aunque la nomenclatura sea moderna, la "soberanía del estado". Así, los griegos empezaron a llamar a estos temas, los públicos, los de todas y todos, “politikoí”, asuntos políticos. En oposición, se encuentran aquellas personas que contrariamente a los intereses públicos se dedican a los aspectos puramente personales e intereses privados, los que únicamente se dedicaban o sólo pensaban en lo “ἰδιωτικός” (“idiotikós”) o “lo privado”. Más adelante, a aquellos que lo público no les importaba y sólo pensaban en sí mismos eran llamados “ἰδιώτες” (“idiotes”), que significaba “ciudadanos privados”, o lo que es lo mismo, que solamente atendían a los asuntos propios. Derivando siglos más tarde encontramos nuestra palabra actual “idiota”.
Siguiendo este argumentario etimológico y visto lo visto en múltiples diarios e informativos se observa que en las Illes Balears hay nada más y nada menos que unas cuarenta personas, que pareciendo políticos en su día eran más bien idiotas o son presuntos idiotas, que se dedicaban a lo privado cuando deberían servir a lo público. Últimamente en estas islas vemos más y más idiotas que en gobiernos pretéritos hacían el idiota con el dinero público o lo que es lo mismo, que utilizaban el dinero de todas y todos los ciudadanos para un uso privado e idiota. Con tanto idiota suelto, uno se pregunta si en los partidos que gobernaban la pasada legislatura no se percataban de la idiotez de los suyos. Tal vez para ellos eso de ser idiota sea lo normal.
Y así volvemos al hilo del argumento inicial. Cuando algo se banaliza, en este caso la idiotez, y se hace normal para un grupo, suele extenderse conductualmente por todo el segmento poblacional que representa el estrato de características similares. En este caso, la enfermedad de la banalización del acopio del dinero público haciendo de lo político lo idiota se extendía por el gobierno anterior como la gripe A, primero entre los grupos de riesgo, a saber los mencionados idiotas condenados y que ya cumplen penas o los supuestos idiotas que se hacían pasar por políticos. Después, quién sabe si habría que llegar incluso a Finisterre. Menos mal que de vez en cuando los antivirales de la idiotez en forma voto electoral del pueblo y los antitérmicos de la justicia ponen a cada idiota en su casa y las de Matas en la de todos… …al ver el telediario.