"Dios dio vida eterna a los niños
que destrozarán las bombas y el napalm"
Silvio Rodríguez
Unos Ojitos azules
corrian tras la pelota,
manitas blandas, pequeñas,
miraban el horizonte.
Y las hierbas lo resbalan,
sus rodillas tocan suelo
y mirando el redondo anhelo
pone en la mina el brazo.
¡¿Dónde estará mi hijito?!
Grita una madre asustada,
y corriendo hacia el lucero
como nube que atormenta
reconoce el sonajero
y el brazo de su niñito.
Llora y llora, no te canses,
tu hijito es ahora otra cifra,
y la carne de ese niño
triste abono de ortigas.